MARATON ISLANDIA
ESPERABAMOS LAS FOTOS Y LA CRÓNICA CÓMO AGUA DE AGOSTO.
POR FIN HAN LLEGADO Y ESTAMOS MUY AGRADECIDOS.
VISTA LA GRATA EXPERIENCIA INTENTAREMOS ORGANIZAR VIAJE PARA EL PRÓXIMO AÑO EN AGOSTO 2011
TOD@S LOS INTERESADOS ENVIAR UN EMAIL A islandia@42195.es
Teneís más información de la prueba en la pagina web oficial http://www.marathon.is/reykjavik-marathon
Y esta es la crónica que nos envia Víctor Leal
Maratón en la tierra de los volcanes, el hielo y el fuego.
En el mundo de las maratones internacionales siempre hay 2 razones para viajar; correr y descubrir un nuevo mundo. Eso es exactamente lo que esperaba encontrar en Islandia, un mundo nuevo.
La maratón estuvo marcada por el retraso del vuelo, que nos dejó en el hotel de Reikiavik a las 6 y media de la mañana, siendo la carrera a las 8:30. Paco y yo decidimos prescindir del saludable hábito de dormir para empezar con los calentamientos una hora antes de recoger los dorsales.
La carrera fue bonita aunque poco multitudinaria, unas 1500 personas, nada que ver con otras experiencias internacionales, donde es difícil encontrar carreras con menos de 8000 personas, eso sí, paisajísticamente hablando el entorno era precioso, corriendo en medio de la nada, con acantilados infinitos por doquier, el oceano ártico rugiendo de fondo y trayendo un viento helado que, quizás, la hizo especialmente exigente. Pese a todo, los 2 conseguimos acabar nuestro desafío.
Mención especial a Paco que se portó como un jabato, pese a las condiciones sobrevivió cual gladiador en una arena hostil y recogió el merecido tributo de los aplausos del grupo al llegar a la meta.
Terminada la parte deportiva, por la tarde decidimos visitar la ciudad de Reikiviak y nos pareció una capital limpia, alegre y con mucho ambiente, aunque esto tal vez fuera porque eran fiestas. Cerramos la tarde con una chocolatada que entró riquísima.
El resto del viaje me maravilló, hicimos el perímetro de la isla con unos todoterrenos y fue un constante descubrimiento. Islandia es naturaleza salvaje, cambios continuos de paisaje, montañas vertiginosas y coloridas por los distintos minerales propios de una zona volcánica. Las laderas parecían tapizadas, los Géiseres lanzando agua y vapor a 45 metros de altura con una precisión cronómetrica, lagos de grandísima belleza, abismos imposibles, cascadas de postal por todo el país, volcanes, icebergs que caían de los glaciares y eran irremediablemente arrastrados hacia el mar, y todo esto a 400 metros de la carretera por donde íbamos, espectadores de una naturaleza indomable, el espectáculo sucedía con nosotros en primera fila.
Quizás la vida rural, para los poquísimos habitantes que tiene el país, sea dura en su largo invierno. Pero para los que tenemos la oportunidad de contemplar esas vastas tierras solitarias en verano no dejamos de pensar - comentario general del grupo - que Islandia es un país único, digno de ser visitado.
