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Crónica 10.000 del Soplao


Escalofriante crónica la que nos envía Higinio de su paso por el Soplao en bici de montaña.



Ya tenemos las crónicas y fotos de algunos de los participantes de esta gran prueba.

 

En este caso es Higinio el que nos cuenta sus penurias y emociones en los 165 km de bici de montaña con fotografías sacadas por el mismo desde dentro de la carrera.

 

Merece la pena dedicarle 8 minutos en leerlo y meterte en la piel de alguien que lo ha disfrutado y sufrido al máximo

 

Hay veces que nos apuntamos en una prueba deportiva para mantener la forma, para buscar marcas, para probarse con los amigos… y hay veces que gracias a una prueba deportiva aprendes cosas sobre ti mismo y tus limites que de otra manera no podrías, y donde el llevar un dorsal no es algo más que anecdótico y la lucha es contra ti mismo. Eso me ha pasado a mí con el Soplao en BTT.

 

 

 

Tengo que reconocer que llegué al día de la prueba con apenas 5-6 días de salidas en bici de montaña, de entre 40-50 kilómetros, con la esperanza de que el fondo logrado corriendo me sirviera de transferencia (luego comprobé que esto no funciona), y con mi vieja Sunn a la que justo le puse unas cámaras antipinchazos y que aguantaron muy bien.

Así llegue el día de la prueba a Cabezón de la Sal, dispuesto a tomarme con calma los 165 kilómetros por Cantabria, con más de 4000 metros de desnivel.

 

 

 

Me había propuesto ir parando en todos los avituallamientos, teniendo cuidado con hidratarme y cumpliendo poco a poco los objetivos.

 

Llego al pueblo a las 6:00 AM, que abren la entrega de dorsales del mismo día, y ya hay bikers esperando la salida, que es a las 8!!!!

 

Tengo tiempo de tomar un café con Yosu y nos deseamos suerte en nuestras respectivas pruebas.

 

Me coloco media hora antes y la concentración de ciclistas es tal, que a pesar de salir por al mitad, desde que dan la salida hasta que paso por el arco pasan casi 15 minutos.

 

En fin, salida bajo los acordes de AC-DC y a por todas.

 

 

 

Veo gente de todo tipo, alguno con bici de bicicross, un tandem, incluso uno con bici eléctrica.

 

Voy pasando tranquilamente los primeros kilómetros, rodando en grupo, y en los arcenes ya se ven sorprendentemente las primeras averías, alguno hasta se le ha caído la araña del freno de disco.

 

Ligera subidita para ir calentando, y en la primera bajada larga, me asusto de cómo va la gente, se tira a cuchillo en unas curvas imposibles (muy bien la organización señalando cada zona peligrosa con voluntarios), yo voy a mi bola, no voy a jugarme 165 kilómetros en una bajada. Cuando acaba la bajada, olor increíble a pastilla de freno quemada.

 

Paro en el primer avituallamiento, Coca-Cola y a seguir, esto no parece tan difícil. Llegamos a la primera subida dura, La Cocina, se forma un tapón impresionante y la hacemos todos de pie (alguno que intenta hacerla montado o se cae o le pasamos andando), y llegamos a la subida al Soplao. La subo bien, a un ritmo tranquilo pero sin problemas. Nuevo avituallamiento arriba y bajada del Soplao. Lo mismo, bajo tranquilo, sin arriesgar, y aquello es una carnicería, hay que esquivar botes caídos, ambulancias, gente pinchada en la cuneta. Acabo entero.

 

El tiempo respeta, pero voy ya lleno de polvo y barro. Sigo tranquilo, pasando pueblos llenos de gente volcada con la carrera, gaiteros, una pasada.

 

Llega el segundo puerto del día, monte Aa me parece más largo, y con algún desnivel que me obliga a poner pie en tierra, pero lo paso bien. Uno menos.

 

Voy reservando fuerzas y me veo muy entero, sin sufrir, y pasándolo peor en las bajadas, pero ya noto el dolor en las lumbares y en el cuello muy fuerte (la falta de costumbre). Pronto voy a ver que era todo un espejismo.

 

Bajada y llego al avituallamiento de Ruente, donde hay cientos de ciclistas. Limpio la bici, la engraso, como bien, me estiro, y salgo por una senda preciosa hacia El Moral, 20 kilómetros de subida de los que me voy a acordar siempre.

 

Empiezo bien, voy despacio, pero a un ritmo constante…pero aquello empieza a ser muy largo… y veo gente bajando. Alguno baja llorando, algunos con dorsal y otros ya lo han quitado. Vuelven a Cabezón.

 

 

 

Miro las pulsaciones y voy bien, 150, pero tengo las manos entumecidas y me estoy mareando, joder, tenía que haber bebido mas. Esto es muy largo, no quiero parar, pero de pronto empiezan los calambres y me tengo que tirar prácticamente de la bici.

 

Me quedo en un lado que están descansando unos que vuelven de la ultra maratón y me quedo tirado.

Nunca me había sentido así. Tengo un nudo en la garganta y ganas de llorar. Me siento solo, y pienso en retirarme. Es muy fácil. Son 30 kilómetros de bajada a Cabezón y se acabó, y vuelvo a casa, y veo a mis crios. Pero no puedo ni tenerme en pie, ni mucho menos subirme a la bici. No se que hacer, es el kilómetro 70 y queda un mundo. Todos los pensamientos son negativos.

 

Apago el pulsometro, el cuentakilómetros, pasan unos minutos eternos y comienzo a andar hacia arriba sin saber muy bien lo que voy a hacer. Si veo un coche o una ambulancia los paro y que me monten. Pero empiezo a ver que andando me voy calmando. Pienso en una frase que me dijo Alberto corriendo la última maratón: Piensa en positivo. No puedo pensar que quedan 100 kilómetros y 4 puertos. Hay que ir paso a paso. Voy a seguir, a ver como me siento.

 

Me cruzo con un tipo mítico en el Soplao, está en lo alto con un cencerro, nos llama viejas y que le metamos caña, es un crack. Incluso me da un masaje. Voy para arriba, sigo y corono, y veo pasar al primero bajando ya. Increíble.

 

 

Bajo el moral teniendo cuidado con mis músculos. No están acostumbrados a esto. Esta bajada es la que toca subir a la vuelta, llego a Barcena y se oyen truenos, viene la tormenta y se pone todo gris. Lo que faltaba.

 

A mucha gente le espera su familia en Barcena, algunos se quedan con ellos. Hago una parada larga en el avituallamiento. Como bien, bebo muchísimo y lleno bien el botellín, la próxima subida voy a probar a ir reservando mucho más, me lo tomaré con calma e iré parando. Tomo un Ibuprofeno y tiro de Reflex por todo el cuerpo.

 

La subida a Cruz de Fuentes es mas larga, pero mas llevadera, hago 3 paradas para beber y estirar, y cojo un ritmo muy cómodo, y bajo cada vez que veo que se me carga el músculo. Aeróbicamente voy muy bien, y de vez en cuando me quedo hablando con alguien, hay gente de todos los sitios, y todos sufriendo por igual.

 

Corono Fuentes, pero no hay avituallamiento, y me he quedado sin líquido. Tengo que coronar Palombrera y Venta Vieja hasta el siguiente. Comienza a llover. En algún momento llego a bajarme de la bici, mareado, necesito agua y le pido un par de tragos a alguno que pasa a mi lado.

 

El cielo se abre para mi cuando llego al avituallamiento. Aquello parece supervivientes. Como 2-3, o 4, no recuerdo, bollos de una tacada, plátanos, coca-cola, tiro de todo.

 

Vamos, la bajada hasta Los Tojos, y subo el Moral aunque sea a rastras!

 

La bajada al principio es muy peligrosa y esta mojada. Lo paso fatal, porque me duele tanto el cuello que no puedo coger bien la posición y tengo que ir parando.

 

La bajada acaba en la zona de carretera y esa bajada si es el paraíso. Vamos. Ya está.

 

Hago la última parada antes de volver a subir el moral. Tomo un café, un membrillo y los voluntarios nos quieren dar orujo. Aquello ya es una fiesta.

 

Sale el sol y subo el Moral igual que hice en Fuentes, y me va muy bien. Subo muy tranquilo, pero consigo que no me ataquen mucho los calambres.

 

En la cima se nos echa la niebla. Los que estamos allí nos miramos, algunos no pueden ni hablar pero todos pensamos lo mismo. Ya está. Bajada y se acabó. El paisaje es increíble, apenas había podido disfrutarlo.

 

Allí sigue el tío del cencerro, es un fenómeno.

 

Esto ya está acabado, o eso creía. Comienzo la bajada, que es muy larga, pero parece segura. Me duele tanto el cuello que apenas puedo ir normal, y cojo una posición más adelantada. Se echa la noche encima y ni siquiera quiero parar a poner las luces. Joder, no puedo ir así, pero no puedo tampoco bajar normal.

 

Y pasa. Pillo un bache y salto hacia delante. No puede ser, a falta de 15 kilómetros, y me caigo. Los que bajan se paran a ver si me ha pasado algo, yo miro enseguida la bici.

 

El manillar está doblado, la rueda se para porque ha perdido dos radios y la cadena salida. Pongo la cadena y veo que no puedo cambiar. Sigo así, tengo que seguir.

 

Sigo bajando, parando de vez en cuando.  Tengo el brazo lleno de sangre, pero creo que solo es el codo y el costado, no duele mucho.

 

Lo estoy pasando fatal. Solo quiero que aparezcan ya las luces de Cabezón. Tengo que llegar. Algún coche se para y les digo que voy bien. Es mentira. Estoy desesperado, no me puede pasar a mí, ahora no. Por fin llego a las calles de Cabezón. No se ya ni que hora es, ni me importa, hace un montón de horas estaba tirado e iba a arrojar la toalla. Y ahora estoy llegando. Voy a llegar, me emociono, más por lo jodido que estoy que por otra cosa, y cruzo la meta.

 

No tengo sensación de cansado, pero todo el cuerpo agarrotado. Tengo dolor por la caída y mucha sed. Pillo una cerveza (ya me da igual), y voy a la carpa de la Cruz Roja.

 

Al final, conseguí lo que quería, llegar. No tenía ninguna meta de tiempo, y no me la podía poner sin haber hecho un entreno serio. Estuve más de 14 horas en “mi” Soplao, pero me siento tan orgulloso como si hubiera llegado el primero.


Se están cocinando mas crónicas de miembros de 42195.es que estuvieron en Los 10.000 del Soplao y quieren compartirlo con todos nosotros en trail@42195.es como hizo Higinio.

 

Seguir atentos a la Web http://42195.es/

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